El sueño de Dios para mí
- Cilac2019
- 3 jun 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 5 feb 2020
¡Hola a todos! Mi nombre es Katia Sandoval soy una joven de 25 años originaria de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, México. Estudié desde el Preescolar hasta la Secundaria en el Colegio Isabel la Católica. Y mis estudios de Preparatoria y Universidad los realicé en la U.A.N.L. Estudié la carrera de Arquitectura en la FARQ y he estudiado tres trimestres de la Maestría en Ciencias de la Familia para la consultoría en el Pontificio Instituto Juan Pablo II, la cual he suspendido por un tiempo para dar inicio a mis estudios en Arte Sacro y Turismo Religioso.
Desde pequeña me he sentido atraída hacia el arte, especialmente hacia las artes clásicas las cuáles son: la pintura, la música, la danza, la escultura, la literatura y la arquitectura. También me llamaban mucho la atención los idiomas, el convivir con las personas, sentía curiosidad hacia la gente extranjera, las diferentes culturas del mundo.
No había ningún día en mi niñez en que yo no dibujara, escuchara música, bailara junto con mi hermana, apreciara la belleza de un espacio o disfrutara de algún cuento que mi madre nos contara; cuando era pequeña soñaba con ser una gran pintora y arquitecta, viajar por el mundo.
Conforme fui creciendo fui perdiendo de vista mis sueños, los olvidé al preocuparme en quedar bien con la gente, dejé de ser yo para sentirme aceptada por mis compañeros de la escuela. Pasé por momentos muy difíciles en mi adolescencia, pero gracias a que mis papás siempre estuvieron presentes y a las hermanas del colegio que tienen el don de ver cuando un alumno necesita ayuda, pude superar los problemas a los que me enfrenté en esta etapa de mi vida.
Cuando llegó la hora de elegir la carrera que quería estudiar, yo continuaba en el proceso de descubrir mi identidad, y me preguntaba ¿Qué quiero ser de grande? ¿Qué sueños tengo en la vida? Solo me quedó una solución, acercarme a preguntarle a Dios ¿Señor, qué cosa debo estudiar? Yo soy incapaz de tomar una decisión, no sé qué es lo que quiero, ayúdame. Un día en oración me respondió y me dijo “Arquitectura”, la verdad, para mí no tenía mucho sentido porque era una carrera a la cual debía dedicarle mucho tiempo y a los 16 años solo me interesaba salir con amigos e ir a las fiestas. Pero confié y fui a inscribirme para presentar a la Facultad de Arquitectura.
Durante la carrera seguí teniendo muchos obstáculos, pero estos me sirvieron para ir acercándome a Dios e irlo conociendo poco a poco hasta que llegó un momento en el que en mi corazón había un deseo de servirlo por medio de las misiones; anhelaba el día en que concluyera mis estudios para poder irme un tiempo a servir en cualquier parte del mundo a dónde ÉL me llamara.
Cuando llegó el momento en que terminé la Universidad ya estaba trabajando y tenía un novio, por lo cual, el irme de misiones ya no era prioridad. Pero mi corazón estaba inquieto, sentía que me faltaba algo, no sabía qué cosa podría ser, si lo tenía todo. Lo que sucedía es que mis sueños estaban siendo frustrados y no sabía que cosa quería Dios de mí. ¿Dónde había quedado mi pasión por el arte?, ¿el estudiar idiomas?, o ¿irme de misiones al extranjero? Comenzó a crecer en mi una necesidad de descubrir la voluntad de Dios en mi Vida.
Así que un día decidí ponerle pausa a mi vida para seguir al Señor por medio de las misiones. Tuve la GRANDIOSA y HERMOSA oportunidad de irme a la Misión de las Hermanas Misioneras Clarisas en Sierra Leona, África. Mediante esta experiencia descubrí la razón de mi existencia, aquello para lo que Dios me había creado.
Descubrí que Él nos da a desear lo que Él nos quiere regalar; Él puso en mi corazón el deseo del arte, el deseo de formar una familia, de los idiomas, de la convivencia con la gente, el deseo de las misiones en el extranjero porque Él me llama a servirlo por medio de estos talentos, esos sueños que Él me regaló. La experiencia misionera cambió mi vida por completo y a partir de eso he ido puliendo mis talentos para continuar sirviéndolo.
Cuán importante es la misión de un padre para poder dirigir a los hijos correctamente, para que un día ellos sean capaces de descubrir su razón de ser, y poder discernir qué sueños han sido regalados por Dios. Los padres tienen en sus manos el apoyar la vocación de sus hijos o interferir queriendo que cumplan los propios sueños. Así que les invito a guiar a sus hijos a que descubran el sueño de Dios para ellos.

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